Entrevista ao jornal La Prensa — Ezequiel D’León Masís

Em 13 de Julho de 2002, fui entrevistado pelo jornalista nicaragüense Ezequiel D’’León Masís, para o caderno literário do jornal La Prensa. Como este jornal sofreu várias modificações, e por isso não estou mais encontrando o link para a dita cuja, coloquei a cópia da entrevista em meu próprio site, inclusive mantendo o antigo visual del periódico. A foto foi feita na varanda da casa da Hilda Hilst, em Campinas-SP. Mas, se preferir, leia a entrevista logo abaixo:

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Entrevista
Yuri V. Santos: “Machado de Assis es pesimista sólo en relación a lo mundano”
Foto
Ezequiel D’León Masís

Opuesto a algunos discursos que son ya tradición en su país y con una postura crítica resuelta, Yuri V. Santos (São Paulo, 1971) es capaz de precisar sus ideas desde cierta visualidad que, ante todo, evita enfrascarse en los argumentos parciales del relativismo cómodo. Me ha asegurado que la literatura no es su interés primordial sino su modo de ser.

Narrador, ensayista y guionista de cine. Realizó estudios de cinematografía con Nélson Pereira dos Santos en la Universidad de Brasilia. Además, es autor de dos títulos inéditos por publicarse: “L.S.D.eus. Contos Extáticos” y “Eu odeio terráqueos!!”.

A propósito de su primer libro “A Tragicomédia Acadêmica. Contos imediatos do Terceiro Grau” (1998), el filósofo brasileño Olavo de Carvalho ha escrito: “raras inteligencias han percibido tan bien, como la suya, el vacío atormentado de su generación”.

¿A veces, percibo el medio cultural brasileño más atento por otros asuntos que por la actividad literaria…?

“El gran problema en Brasil, actualmente, es el divorcio entre la mente y el espíritu de nuestras clases letradas, lo que deviene en la militancia masiva del pensamiento revolucionario marxista–gramscista y en el imperio del relativismo pusilánime. Hoy, todo lo que se crea tiene ese fondo, esa manía o de negar valor a lo que sea o de querer transformar la realidad antes de comprenderla. Me parece que en Brasil la literatura o es tan sólo militancia política o escapismo hedonista, el cual, ignorando los preocupantes hechos político–sociales, confunde cosmopolitismo con universalidad”.

¿Se ha sugerido que Machado de Assis aventajó a Darío en la penetración filosófica y en el tono de sátira. ¿Qué pensás al respecto?

“Para hacer la comparación, debería conocer más profundamente la obra de Rubén Darío, lo que, infelizmente, no es el caso. A Machado de Assis le conozco mejor. Él ha sido rotulado de “pesimista”, “escéptico” y hasta de “mero preciosista literario”. Estos juicios echados sobre él no son sino proyecciones de lectores ahogados en su propia vanidad y vacío. Como bien señaló Pedro Sette-Câmara, si Machado de Assis es pesimista, sólo lo es en relación a lo mundano, ya que su punto de vista transmite la impresión de alguien que mira los acontecimientos desde el intemporal. Si él parece escéptico es porque sabe, como Bergson, que la vida, por más genial que uno sea, se nos “ultrapasa” la inteligencia. El humor de Machado es el humor de quien, conociendo de antemano las consecuencias de las acciones de cada personaje, sabe que es impotente para hacerlos ver algo que está muy por encima de sus consciencias mezquinas”.

¿Cuál es la relación literaria que existe hoy entre Brasil y Portugal?

“Conozco contactos individuales, como la amistad de Hilda Hilst con Virgílio Ferreira, pero, por lo general, cada cual sigue su propio camino. José Saramago está siempre en contacto con nuestros intelectuales aunque, en realidad, todo no pasa de simples colaboraciones entre camaradas deseosos de un demiurgo comunista. Nuestra mayor influencia en Portugal, para desespero de los puristas lusitanos, no es otra sino el magnetismo electrónico de nuestras telenovelas. No son del todo malas, pero no son Literatura. La relación de nuestra literatura actual con la literatura portuguesa es tan lejana como si tuviéramos un océano entre ellas. Por lo menos el baúl de Fernando Pessoa sigue publicando, cada década, un nuevo libro”.

¿Subsiste en la narrativa contemporánea de Brasil la tradición del realismo sociológico?

“No. El realismo sociológico fue sustituido por un realismo crudo. El mejor ejemplo es la obra de Rubén Fonseca, quien, a pesar de su técnica narrativa apurada, no logra ir más allá de la estetización de lo bruto, lo feo, lo violento y lo escatológico. Todo es sangre y excremento, cinismo y amoralidad, sin señal de redención. Si Machado de Assis lograba una mirada transcendente sobre sus personajes, Fonseca casi nunca lo consigue. Gran parte de los escritores más jóvenes son sus discípulos. Los demás no se interesan en la sociología: o son meros militantes políticos o simples cazadores de fama”.

¿Qué representa para vos la idea de un “brasileñismo” en la literatura?

“Esta visión de un supuesto “brasileñismo” me parece puro idealismo. Todavía no hay un sentimiento unívoco, una aprehensión intuitiva de la realidad, nacida aquí, al mismo tiempo universal y original. Lo que más se acercó a eso, la cordialidad brasileña, está a punto de ser asesinada por los apóstoles de la desconfianza y el multiculturalismo. El Brasil todavía no pasa de ser un proyecto, y aún hay quienes creen ser el “fútbol-carnaval-samba-mestizos-nalgas”. Hoy, con el advenimiento de lo “políticamente correcto”, se habla mucho de una literatura y arte negras, pero, como me ha dicho Bruno Tolentino, literatura negra es Machado de Assis, Lima Barreto: ambos mestizos y universales. Quizá, uno de los pocos escritores brasileños que logra una obra local y universal sea Guimarães Rosa. En su “Grande Sertão: Veredas”, principalmente, encontramos lo que Oswald Spengler afirma ser necesario para el nacimiento de una cultura: el “pathos” del individuo humano que, delante de una época y de un paisaje únicos, se despierta a la realidad de la infinitud del Ser”.

He leído tu texto “Frida, una singela e ácida paródia a Paulo Coelho”. ¿Cómo juzgás el caso Coelho?

“Hubo cierta consternación en el medio intelectual brasileño cuando Bruno Tolentino defendió a Paulo Coelho. Bruno tenía razón: la crítica especializada y los demás escritores no habían leído al aclamado escritor. Lo que significa que todo juicio sólo se asentaba en pura envidia de su fenómeno editorial. Aparte de sus cualidades estéticas, Coelho es un escritor honesto que ha vencido con su propio esfuerzo, ya que, aún antes del marketing que tiene hoy, sus libros pasaban de mano en mano. Él ha sido traducido a tantos idiomas como Jorge Amado, y, al contrario de éste, sin el auxilio del Partido Comunista Internacional. Leí tres de sus libros y nada allí me marcó o me hirió. Creo que el preconcepto empezó gracias a su libro “El diario de un mago” que traía ejercicios semejantes a los que se aprenden en un curso de teatro. Otros detalles, como su insistencia en decir que era capaz de hacer llover y ventear, acabaron por imputarle el rótulo de “literatura esotérica”.

¿Qué es lo que más te interesa como narrador y ensayista?

“Como narrador me atrae la posibilidad de desvendar el interior de mis personajes frente a situaciones extremas, donde el ser puede, tal vez, silenciar, dando voz al Ser; o no. Por supuesto que, para el lector, esto puede redundar en cosquillas o puntapiés en su inteligencia, por lo que pienso que, terminada la escritura, mi segundo mayor interés sea quizá observar la luz en la cara de quien me lee. Hilda Hilst me ha dicho que soy un excelente ensayista, pero no estoy seguro. Sólo sé que, si en la narración busco un conocimiento real por medio de un hecho imaginario, en el ensayo procuro organizar y expresar una intuición resultante de una experiencia concreta”.

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